Aníbal Barca, la pesadilla de Roma
Aníbal Barca representa uno de los mejores estrategas de la Historia Antigua, sobrepasando- según los historiadores romanos- a todos los generales de su época, dado su gran talento militar. A los nueve años acompañó a su padre en las batallas para la conquista de la península ibérica. Sólo era un niño cuando su padre le hizo jurar odio eterno a Roma. Desde entonces ese odio creció y Aníbal soñó con destruir a Roma que se estaba convirtiendo en la gran potencia rival de Cartago.
Una obsesión; acabar con Roma
Pronto Aníbal se perfiló como el mayor enemigo de Roma. A punto estuvo de lograr su sueño, su “perfidia púnica” con su arrolladora invasión de Italia de 218 a.C., pero la suerte se volvió en su contra.
Pero Aníbal nunca se daba por vencido en lo que iba a ser la la misión obsesiva de su vida: vengar a su patria y obtener para ella la supremacía en el oeste del Mediterráneo
Cerca de cumplir los treinta años, contaba con el apoyo del sector político dominante en el Consejo de Cartago, con un entrenado ejército -en el que se mezclaban los componentes africanos e hispanos-, y sobre todo, con un odio inextinguible hacia Roma y lo romano, que le inculcó su padre desde su infancia.
Aníbal el estratega
Aníbal sería fiel a su juramento hasta el final de sus días. En cuanto fue proclamado general del ejército cartaginés en Hispania, tras la muerte de su cuñado Asdrúbal, puso en marcha su plan: la provocación de Sagunto, la inmediata partida hacia su objetivo, la perfecta realización de su marcha hasta los Alpes, su irrupción, anunciada pero increíble, en Italia, su habilidad para hacerse con el apoyo de las tribus celtas del norte de la península Itálica… el terror se apoderó de Roma.
Roma se defiende
Pero luego vendría la maniobra envolvente sobre Roma, detenida inexplicablemente en Capua, los éxitos de Publio Escipión (hijo) en Hispania, el progresivo aislamiento del ejército cartaginés en el sur de Italia, la derrota en Sicilia, el fracaso de la operación envolvente desde Macedonia, hasta el hachazo definitivo que supuso para la estrategia de Aníbal el descalabro de los refuerzos que traía su hermano Asdrúbal de Hispania en la batalla de Metauro (207 a.C.). La batalla de Zama, en 202 a.C., constituyo la estrepitosa derrota del sector más belicoso de los cartagineses, capitaneado por los Barca. Escipión el Africano aniquiló finalmente el ejército de Aníbal.
El fin de Aníbal
Roma exigió su cabeza y Aníbal debió exiliarse; durante doce años vagó por diversas cortes orientales; Hasta que el Senado de Roma envió unos legados para capturar al cartaginés. Pero éste, antes de rendirse, prefirió suicidarse.
Corría el año 183 a.C., casualmente, el mismo año en que murió Escipión, el único hombre que le venció en el campo de batalla y con el que siempre había mantenido una relación de mutuo respeto.
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